Refutando a los filosofos

Ciertos filósofos se agruparon y comenzaron a peregrinar de un territorio a otro, entablando eruditas disputas con los sabios locales.

Cuando llegaron al pueblo donde vivía Nasrudín el gobernador del lugar hizo llamar al Mulá para que los enfrentara, pues todos los intelectuales que los habían confrontado antes resultaron siempre vencidos por estos extranjeros.

El Mulá se presentó.

-Seria mejor que antes hable con aquellos que han disputado con los filósofos (díjole el gobernador) para que así pueda hacerse alguna idea de sus métodos.

-De ninguna manera (respondió el Mulá), cuanto menos sepa sobre sus métodos de pensamiento, tanto mejor, porque no pienso como ellos y porque tampoco quedaré aprisionado por sus artificialidades.

La contienda se llevó a cabo en un gran salón, ante gran multitud venida desde lejanos y cercanos lugares.

El primer filósofo se adelantó para iniciar la controversia:

-¿Cuál es el centro de la tierra?, (le preguntó al Mulá).

El Mulá señaló con su lápiz el lugar donde estaba su burro:

-El centro exacto de la tierra es el centro del sitio sobre el cual mi burro tiene su pata.

-¿Cómo puede probarlo?

-¡Al contrario, rebátalo usted! Consiga una cinta de medición.

El segundo filósofo preguntó:

-¿Cuántas estrellas hay en el cielo?

Nasrudín de inmediato replicó:

-Exactamente la misma cantidad de pelos que tiene mi burro. Quien no lo crea, está en libertad de contar unas y otros.

El tercer filósofo dijo:

-¿Cuántas son las vías de la percepción humana.

-No es difícil (dijo Nasrudín), exactamente tantas como pelos hay en su barba y si usted quiere se las demostraré una por una, mientras se las vaya arrancando.

Los filósofos consultaron entre ellos y concluyeron que sus especulaciones teóricas no resistirían pruebas lógicas o cuantitativas y de común acuerdo se enrolaron como discípulos de Nasrudín.

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