Hágame otra pregunta

Según una opinión generalizada entre los no iniciados (musitó Nasrudín mientras caminaba por la calle), los derviches están locos. Sin embargo, de acuerdo con los sabios, son los verdaderos maestros del mundo. Para cerciorarme me gustaría poner aprueba a alguno y a mí mismo.

Fue entonces que observó que venía hacia él una figura alta, vestida a la usanza de los derviches akldanos, individuos que gozan de la reputación de ser excepcionales iluminados.

-Amigo (dijo el Mulá), deseo hacer un experimento para probar sus poderes de penetración psíquica y también mi cordura.

-Adelante, (dijo el akldán).

Nasrudín hizo un rápido movimiento con su brazo y luego cerró su puño, y preguntó:

-¿Qué tengo en mi mano?

-Un caballo, con carruaje y conductor, (dijo el akldán de inmediato)

-Esto no constituye una prueba (dijo Nasrudín con suficiencia),

porque usted vio cuando yo los agarraba

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