El mercader

Un rico mercader permaneció unos días en el pueblo donde vivía Nasrudín. Pese a su avaricia, la gente lo respetaba.

El Mulá le preguntó a alguien: -¿Por qué lo saludaba cada vez que pasaba?. Usted nunca recibe una gratificación de él.

-Usted no entiende: él es mercader y esto importa, ¿no es cierto? Además, creemos que algún día podría llegar a darnos algo.

A la semana de haber partido el visitante, Nasrudín fue al mercado. En un puesto compró una docena de sandías y las vendió en el siguiente, perdiendo dinero en la transacción. Luego repitió esa misma operación con otro artículo. Después de haber recorrido la mayoría de los puestos, fue hasta la casa de té y con airoso esto ordenó que le sirvieran un costoso té de rosas con crema batida, aromatizado con cardamomo.

Muy pronto la casa de té comenzó a llenarse de personas ansiosas por saber qué le había pasado a Nasrudín.

Alguien le preguntó: -Mulá, ¿Por qué compras cosas y las vendes sin tener en cuenta el precio?.

-¿Cómo se atreve usted a hacerme preguntas?, (rugió el Mulá). Soy mercader; eso es algo, ¿no es cierto?¡y algún día podría llegar a darles algo!

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