No se vayan a creer
Nasrudín avanzaba tranquilamente por el camino montado en su burro cuando de pronto éste corcoveó y lo hizo caer. Un grupo de niños que jugaba por allí lo rodeó riendo a más no poder.
Cuando dejaron de reír, Nasrudín se incorporó y acomodó su turbante con imperturbada dignidad.
-¿De qué se ríen?
-¡Mulá (dijeron, riendo otra vez al recordarlo) fue un espectáculo maravilloso!. Nos reíamos de su caída del burro.
-Ustedes no han tomado en cuenta (dijo Nasrudín) la posibilidad de que yo hubiera tenido una razón para caerme.
Comentarios
Publicar un comentario