Nadie sabe realmente

Cuando de pronto el Mulá Nasrudín cayó en la cuenta de que no sabía quién era, se lanzó a la calle en busca de alguien que lo pudiera reconocer.

El gentío era denso, pero se hallaba en un pueblo ajeno y no encontró ninguna cara conocida.

De repente se encontró en la tienda de un ebanista.

- ¿Qué puedo hacer por usted?, (preguntó el artesano, mientras iba al encuentro de Nasrudín). ¿Desea usted alguna cosa de madera?

- Lo primero, primero (dijo el Mulá). ¿Me vio usted entrar en su negocio?

- Sí.

- Muy bien. ¿Me vio antes alguna vez en su vida?

- Nunca en mi vida.

- Entonces, ¿cómo sabe usted que soy yo?

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