Librado a sus propios recursos

Cerca del pueblo donde vivía Nasrudín, el rey dejó libre a un elefante domesticado que comenzó a destruir los sembrados.

Los pobladores decidieron acudir en grupo a ver a Tamerián para protestar. Puesto que se sabía que Nasrudín en ocasiones había entretenido al rey, el Mulá fue designado jefe de la delegación.

El grupo se sintió tan impresionado por la magnificencia de la corte, que empujó a Nasrudín dentro de la sala de audiencias y huyeron todos.

-Y bien (dijo el rey), ¿qué quieres Nasrudín?

-Con respecto a su elefante, majestad..., (balbuceó).

El Mulá se dio cuenta de que el rey estaba de mal humor esa mañana.

-¿Qué pasa con mi elefante?

-Nosotros..., es decir, yo, estaba pensando... que necesitaría pareja.

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