Fuego
Mulá Nasrudín recibió la bienvenida de un empalagoso posadero, quien le manifestó sentirse encantado de tener allí a tan distinguido huésped:
- Cualquier cosa que desee, no tiene más que pedirla, (dijo).
Durante la noche el Mulá tuvo mucha sed. Pidió agua a gritos pero nadie se movió.
Su garganta estaba reseca y sentía como un fuego en su boca.
- ¡Fuego! ¡fuego!, (gritó).
Despertó a al posada entera y momentos después el dueño estuvo a su lado con un cántaro con agua:
-¿Dónde está el fuego?
- Aquí, (dijo Nasrudín apuntando hacia su boca).
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