Denle tiempo

Nasrudín solía sentarse en la terraza de cierta casa de té. Un día un niño pasó corriendo y volteó su sombrero. El Mulá permaneció impasible. La situación se repitió varios días seguidos. Nasrudín no hacía más que levantar su sombrero y ponérselo de nuevo.

Alguien le preguntó a Nasrudín por qué no prendía al muchachito y lo castigaba, ya que era lo suficientemente pequeño, o bien le pedía a otro que lo hiciera.

-Esta es la manera coma este asunto se está desenvolviendo, (respondió el Mulá).

Pocos días después, el Mulá se demoró en llegar al café. Al entrar vio a un soldado de aspecto feroz sentado en su lugar. En ese momento apareció el niño. Tal era la fuerza de su hábito que volteó el gorro de piel del soldado. Sin decir palabra éste desenvaino su espada, decapitó al niño y retornó a su asiento.

-¿Te das cuenta de lo que quise decir?, (dijo Nasrudín, al amigo que había objetado su inacción).

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